Muchas veces, los más pequeños de la casa también tienen que hacer frente a ciertos obstáculos durante su desarrollo, donde los adultos que les rodean creen conveniente que estos reciban una atención especializada. Son las personas que conviven diariamente con el menor quienes detectan pequeños problemas que, si no son atendidos lo más pronto posible, pueden empeorar y cronificarse a lo largo de los años. Estos pueden ser fuente de insatisfacción, tristeza y frustración para el niño o adolescente, así como para su familia. Por ello, es importante abordar lo más pronto posible todo este tipo de problemáticas para que nuestros hijos puedan adquirir las competencias necesarias que les permitan desarrollarse de manera eficaz en todos los ámbitos de la vida. Algunas de estas dificultades pueden ser:
- Bajo rendimiento académico
- Obstáculos para desarrollar un hábito de estudio y posponer continuamente el momento de "sentarse a estudiar".
- Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en el que pueden aparecer problemas para concentrarse, mantener la atención, inquietud motora o hiperactividad, dificultad para seguir instrucciones...
- Trastorno del Espectro Autista (TEA) que se puede manifestar a través problemas en la comunicación, en las interacciones sociales, conductas inusuales y repetitivas...
- Expresión inadecuada del enfado, rabietas, desobediencia hacia los padres o profesorado, actitud desafiante, dificultad para aceptar un "no" por respuesta...
- Síntomas de tristeza, desgana, pérdida de interés, nerviosismo y/o ansiedad.
- Problemas para el afrontamiento de una pérdida importante, separación o ruptura de los padres.
- Prevención e intervención de las consecuencias derivadas del acoso escolar (bullying) o social.
- Déficit intelectual o retraso madurativo.
- Problemas a la hora de leer o comprender textos, dificultades relacionadas con la escritura o en el razonamiento lógico-matemático.
A pesar de que sea más sencillo darnos cuenta de las dificultades que puedan presentar nuestros hijos, no es menos cierto que muchas veces nos encontramos con genios en potencia en otras áreas. Un talento que, de ser potenciado de la forma adecuada podría representar un antes y un después en el desarrollo del menor. Por tanto, la intervención también se focalizará en estimular la inteligencia, el pensamiento divergente y creativo, la inteligencia emocional y habilidades sociales.
Todo eso y mucho más se puede trabajar en consulta, y más teniendo en cuenta que muchos de nuestros niños pueden requerir de necesidades específicas de apoyo educativo (N.E.A.E.). Este tipo de alumnos precisa de un tratamiento que asegure un aprendizaje adaptado, y para conseguir eso se requiere tiempo. Soy consciente de que no es una tarea fácil, de que los niños con N.E.A.E. demandan, además de la propia atención especializada, un apoyo casi constante; y tampoco escapa a mi conocimiento el hecho de que las visitas a un profesional de la psicología no son precisamente baratas. Por ello he ideado un bono de oferta para asegurar un plan de acción efectivo y que no resienta tanto el bolsillo de los papás.
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